Descripción
En el corazón de la ciudad de Cinepurria, vivía un gato como ningún otro. Su nombre era Don Felini, un felino de pelaje amarillo y ojos verdes que brillaban como esmeraldas. No era un gato común; Don Felini era conocido en todos los rincones de la ciudad por su elegancia innata y su amor por el cine.
Don Felini había sido encontrado siendo apenas un gatito en las escalinatas del antiguo cine Paradiso, un lugar mágico donde las películas clásicas cobraban vida noche tras noche. El dueño del cine, un amable anciano llamado Giorgio, lo adoptó, y desde entonces, el cine se convirtió en su hogar.
Con el paso de los años, Don Felini se convirtió en una leyenda local. No solo por su porte aristocrático sino también por su extraña habilidad para predecir cuáles películas serían un éxito. Se decía que si Don Felini se sentaba a ver una película desde el inicio hasta el final, esa película estaba destinada a ser un clásico.
El cine Paradiso se llenaba de visitantes que no solo venían por las películas sino también para ver a Don Felini. Algunos incluso le traían regalos como juguetes de ratón o elegantes corbatas. Pero lo que realmente amaba Don Felini era la hora en que las luces se atenuaban y la pantalla se iluminaba, sumergiendo la sala en historias de amor, aventura y misterio.
Una noche, algo maravilloso sucedió. Durante la proyección de un clásico italiano, Don Felini, que usualmente se mantenía en su asiento favorito, empezó a caminar hacia la pantalla. Con cada paso, su cuerpo empezaba a brillar con un resplandor suave, hasta que, al llegar a la pantalla, se desvaneció en un destello de luz.
Al principio, el público quedó en shock, pero luego, al mirar la pantalla, vieron a Don Felini dentro de la película, caminando al lado del protagonista como si siempre hubiera pertenecido a ese mundo de celuloide. El gato había trascendido a su propio cuento de hadas.
Desde ese día, el cine Paradiso se volvió aún más famoso. Las personas venían con la esperanza de ver a Don Felini en alguna escena de sus películas favoritas. Y a veces, si prestabas suficiente atención, podías ver un par de ojos verdes brillando en la oscuridad, acompañando a los amantes de las historias en su viaje mágico.
Don Felini no era solo un gato; era un espíritu del cine, un guardián de los sueños y las historias que vivían en la gran pantalla. Y en Cinepurria, su leyenda viviría por siempre.