Descripción
Había una vez un oso de madera llamado Matías que vivía en la repisa de una cálida y acogedora tienda de artesanías. Matías no era un oso común; tenía la habilidad de percibir los deseos de quienes lo miraban. Con su tierna sonrisa y ojos brillantes, atraía a las personas que necesitaban un poco de consuelo y calidez en sus vidas.
Un día, una niña pequeña entró en la tienda, sus ojos se iluminaron al ver a Matías. Ella lo tomó entre sus manos y le contó sus deseos de tener un amigo fiel. Matías, aunque inmóvil, parecía escuchar con atención, prometiendo en silencio ser el guardián de sus secretos y sueños.
Desde ese día, Matías acompañó a la niña a todas partes, convertido en su confidente silencioso. Aunque su expresión de madera nunca cambiaba, aquellos que lo conocían bien podían jurar que su sonrisa se volvía un poco más cálida cada vez que la niña lo abrazaba.
Así, Matías continuó su vida, no solo como una pieza de artesanía, sino como un verdadero amigo, llevando alegría y consuelo a la vida de una niña que lo valoraba como su tesoro más preciado. Y en el silencio de la noche, cuando la tienda estaba cerrada y la niña dormía, Matías soñaba con los bosques y montañas lejanas, imaginando aventuras que sólo un oso de madera podría vivir.