Descripción
Había una vez un pequeño pug que vivía en una ciudad llena de ruidos, prisas y bocinas. Todos corrían de un lado a otro, pero él no. El pequeño pug había descubierto un secreto: la calma no se encuentra afuera, sino dentro de uno mismo.
Cada mañana, al amanecer, se sentaba en posición de loto, juntaba sus patitas y cerraba los ojos. Respiraba lento, como si abrazara el aire. No pensaba en las preocupaciones del día ni en los problemas que aún no habían llegado. Solo estaba ahí, presente, sintiendo su corazón latir.
Con el tiempo, la gente empezó a notar que, al pasar junto a él, algo en su interior se tranquilizaba. Las madres dejaban de apresurar a sus hijos, los vendedores sonreían un poco más y hasta los pájaros parecían cantar más suave.
Pug Zen no hablaba, pero enseñaba con su ejemplo: que la paz no es un lugar, sino un estado del alma. Y que, si cierras los ojos y respiras profundo, puedes encontrarla en cualquier momento, incluso en medio del caos.
Dicen que aún hoy, en algún rincón silencioso, Pug Zen sigue meditando… y que si te acercas lo suficiente, su calma también te alcanza a ti.
Tamaño 9x6cm
Materiales: Resina
